La Siguanaba es una leyenda Salvadoreña o mito que narra acerca de una aparicion en la forma de una mujer con su cara cubierta por un cabello espeso y griseacio-negro, brazos blancos como el marfil, con manos muy finas y dedos delgados, uñas puntiagudas.
La leyenda dice que La Siguanava o Siguamonta (Palabra Pipil que significa "mujer bella")solo se aparece en la noche en los caminos y veredas a los hombres solteros o a los hombres que viven con una mujer en una relacion libre (sin matrimonio), y a jovenes y viejos.
Las creencias y los supersticiosos dicen que para prevenir la aparicion de este espiritu, es recomendado llevar en el bolso izquierdo una pieza de tela color rojo. Otros supersticiosos aun mas audaces aseguran que al ver esta aparicion hay que decirle: "Maria, toma la pata de tu polluelo" o "Comadre, aqui esta tu pequeño puro"
A La Siguanaba que tambien se le conoce como Sigua, Siguampera, La Tule Vieja, es el mito que representa a la infidelidad castigada...
Figura mitologica... Alta, seca. Sus uñas largas y sus dientes salidos, su piel terrosa y arrugada le dan un aspecto espantoso. Sus ojos rojos y saltados se mueven en la sombra, mientras masca bejucos con sus dientes horribles. De noche, en los ríos, en las selvas espesas, en los caminos perdidos vaga la mujer.
De noche en los rios, en las lugunas, en las selvas y bosques espesos, en los caminos perdidos, vaga la mujer. Engaña los hombres: cubierta la cara, se presenta como una muchacha extraviada: "lléveme en ancas", y les da direcciones falsas de su vivienda, hasta perderlos en los montes. Entonces se presenta tal cual es y deja partir al engañado, carcajeandose de lo lindo, con sus risas estridentes y agudas.
Sobre las piedras de los ríos golpea sus "chiches", largas hasta las rodillas, produciendo un ruido como de aplausos.
Es la visitante nocturna de los riachuelos y de las pozas hondas, donde a medianoche se le puede ver, moviendo sus ojos rojos, columpiada en los mecates gruesos. Disfruta de trensar los pelos de los caballos; y s capaz ocacionar la locura y hasta la muerte a sus victimas. Hace mucho tiempo que se hizo loca. Tiene un hijo, de quien no se acuerda: Cipitín, el niño del río.
¡Cuántas veces Cipitín no habrá sentido miedo, semidormido en sus flores, al oír los pasos de una mujer que pasa riendo, río abajo, enseñando sus dientes largos! Existió en otro tiempo una mujer linda. Se llamaba Sihuélut y todos la querían. Era casada y tenía un hijo. Trabajaba mucho y era buena. Pero se hizo coqueta. Lasciva y amiga de la chismografía, abandonó el hogar, despreció al hijo y al marido, a quien terminó por hechizar.
La madre del marido de Sihuélut, una sirvienta querida de Tlaloc, lloró mucho y se quejó con el dios, el que irritado, le dio en castigo su feúra y su demencia. La convirtió en Sihuán (mujer del agua) condenada a errar por las márgenes de los ríos. Vive eternamente golpeando sus "chiches" largas contra las piedras, en castigo de su crueldad.
Otra version de Sihuet - La Siguanaba -
Cuando Sihuet cumplió alrededor de dieciocho años, un emisario del cacique de mayor jerarquía de la región, se dirigió a ella indicándole que había sido elegida para ser esposa de su jefe. Sihuet rehusó aceptarlo porque su corazón le pertenecía a otro hombre, además el cacique en cuestión era cuarenta años mayor que ella.
Al saber aquel poderoso hombre la decisión de Sihuet, decidió vengarse y envió a uno de sus guerreros a darle muerte al joven enamorado de Sihuet y a ella la mantuvo cautiva en una cueva hasta que un shaman por medio de un hechizo maligno la convirtió en una mujer fea y despreciable.
Su cara fue deformada, sus pechos crecieron hasta rozar sus pies y aquella piel tersa y hermosa se había arrugado casi por completo. Desde ese entonces ella se pasea angustiosa por la orilla de los ríos y las quebradas, intentando volver a ver al joven que tanto amo y arrastrando sus pechos en las piedras.
Es muy interesante ver como a pesar de que las dos leyendas hablan de la Ciguanaba, esta version habla más sobre nuestros orígenes indígenas, pues la historia esta basada en lo que le pasó a Sihuet.
Esta es otra version del origen de este espiritu y me gusta mas que las versiones anteriores:
La Siguanava es un personaje importante de la cultura Salvadoreña, la cual es tomada tomando como icono de los vestigios ancestrales del país.
Esta leyenda la leyenda se remonta hasta la epoca precolombina, de una relacion que tuvo Ziguet (Sihuet: diosa Luna) con el dios Lucero de la Mañana, y asi traicionando al dios Sol su esposo.
Es por eso que el dios de dioses, Teotl condenó tanto a la madre como al hijo. A la madre la degradó de su categoría de diosa Luna a mujer errante y al niño le condenó a nunca crecer, y conservarse por siempre en la edad de diez años.
"La historia de la mujer del río Sapo y de la fiera se enredaron a tal punto, que ya no se sabía si es que eran dos cosas distintas o era el mismo ser del demonio que cambiaba de cuerpo a su antojo"
Muchos combatientes de la Guerrilla Salvadoreña (FMLN) juraban haberla visto en las noches de luna llena, en las riveras del río Sapo, cerca del paso que divide la Guacamaya y el Zapotal en en el territorio liberado de Morazán. Esa area esta rodeada de grandes montañas y de ríos, un lugar envidiable para el actualmente de moda ecoturismo. Contaban que ella era de mediana estatura, de pechos enormes y erectos, caderas de guitarra, cabello largo y revuelto, mirada de loca y risa estridente. Decían que sus apariciones eran fugaces. Que pasaba rápido, sólo vestida con calzón, por lo pachito del río, para esconderse luego en la espesa maleza.
Era Noviembre de 1982. El verano comenzaba a instalarse con su cargamento de esperanza en plena guerra. Por esos días en que se hablaba de la extraña mujer del río Sapo, comenzaron a aparecer varias reses muertas a dentelladas de animal fiero. Los logísticos de la guerrilla, preocupados porque aquellas vacas eran la reserva estratégica de comida, comenzaron a cazar a la fiera.
Se decía que era un puma o un tigrillo, casi tigre, que había llegado desde las montañas selváticas de la vecina Honduras. Lo cierto es que las huellas de las garras y los colmillos en las reses daban escalofríos. Varias escuadrones guerrilleras, que coordinaban operaciones por radio en esa zona, le pusieron emboscadas, minas y trampas pero el escurridizo animal no caía.
La historia de la mujer del río Sapo y de la fiera se enredaron a tal punto, que ya no se sabía si es que eran dos cosas distintas o era el mismo ser del demonio que cambiaba de cuerpo a su antojo. Para entonces la Fuerza Armada se había lanzado a proteger las carreteras y las fincas de café para contrarrestar los sabotajes y contraataques guerrilleros en Morazan. La mayoría de combatientes guerrilleros evitaban pasar en las noches por el río Sapo.
Las semanas comenzaron a pasar. Las reses muertas seguían apareciendo y los pocos bravos que se aventuraron de noche por el Sapo, juraban haber escuchado las risas descontroladas de una mujer. La leyenda de la Siguanaba cobró credenciales de realidad mágica. A medio verano desapareció, de la misma forma como llegó, la fiera. Y con los operativos contrainsurgentes y la llegada del invierno, no se volvió a oír de la misteriosa mujer del río Sapo. Casi dos años después, un grupo guerrillero de las fuerzas especiales atrapó por casualidad a la misteriosa mujer del río Sapo. La agarraron desprevenida pero según sus propios testimonios, no fue nada fácil someterla. Se resistió con gritos, uñas, patadas y mordiscos y con fuerza de varios machos juntos. La llevaron a una clínica guerrillera donde Eduardo, el médico, la calmó a punta de pastillas y ternura.
Su pelo alborotado, los dientes ennegrecidos, las manos y los pies callosos, la piel entera llena costras y cicatrices, la mirada perdida, el gesto asustadizo y los gruñidos que salían de sus labios le daban un aire de fiera resignada y al mismo tiempo valentia ante el embate de sus incansables cazadores. Muchos de los primeros combatientes que la vieron encomendaron sus almas al Señor. Otros aseguraban que el puma y la mujer era el mismo maléfico ser del demonio.
Tras varios días de cuidados médicos, alimentación y baños, la extraña mujer del río Sapo se fue transformando en una hermosa campesina de unos 24 años. El cabello limpio, sedoso y medio castaño peinado hacia atrás dejaba ver un rostro trigueño de ojos claros, nariz recta y boca bonita.
Su cuerpo era parecido al de las mujeres campesinas originarias de la zona de Arambala. Pechos generosos, tobillos gruesos y caderas grandes. Comenzó a hablar en cristiano también. Y contó. Contó que entre el 10 y el 13 de Diciembre de 1981 los soldados del Batallon Atlacatl (Batallon elite de Accion Immediata) bajo las ordenes de el Coronel Domingo Monterrosa hicieron la masacre en el Mozote, Los Toriles, La Joya y otros caseríos circundantes. Ella, que vio correr sangre de niños, mujeres, hombres, y ancianos. Mataron a sangre fria a mas de mil hombres, mujeres y niños. Primero, los hombres fueron torturados para obtener informacion que ellos no tenian, y despues los mataron. La mayoria de las mujeres fueron repetidamente violadas antes de que las mataran. Cientos de niños fueron los ultimos. Un pequeño niño que escapo pudo ver como su hermano de dos años de edad fue ahorcado en un arbol por un soldado del batallon Atlacatl.
El coronel Monterrosa, en su afán de acabar con la guerrilla de una sola vez, al comando del Atlacatl realizó grandes operativos contrainsurgentes denominados “Yunque” y “Martillo” o “Tierra arrasada”. En el argot táctico-militar se trataba de “quitarle el agua al pez” para matarlo. El agua era la población civil y el pez la guerrilla del FMLN. En Morazán ejecutaron la “masacre de El Mozote”; en Chalatenango, “la matanza del río Sumpúl”.
El tristemente célebre fundador del batallon “Atlacatl” es considerado un “héroe” para el Ejército y la derecha política Salvadoreña. Murió en octubre de 1984, cuando su helicóptero estalló en el aire a consecuencia de una de tantas misiones expectaculares ejecutadas por los combatientes guerrilleros. Esta mision es conocida como "El caballo de Troya" en la cual la Guerrilla Salvadoreña colocó en el interior de lo que el Coronel Monterrosa creía era el trasmisor principal de la Radio Venceremos. Ironicamente sus despojos y los de un grupo importante de oficiales militares quedaron esparcidos en los campos, cerca de donde tres años antes había ordenado llevar a cabo la matanza de El Mozote.
Staying on in El Salvador – The Truth of El Mozote.
Villalobos dijo: "No vamos a celebrar la muerte de un hombre. Vamos a celebrar por la gente que vivira ahora que el se ha ido"
Y regresando a la historia, ella pasó casi tres años huyendo de una tropa que se fue a los pocos días de haber llegado. Comió raíces, hojas, cangrejos de agua dulce y jutes. Dormía debajo de los árboles más frondosos para medio cubrirse de la lluvia, se le deshizo la ropa con el tiempo, soñaba con la matazón y nunca habló con nadie. Era una sobreviviente.
En la clínica guerrillera recuperó el juicio, el habla y la belleza. Tras muchas noches de abstinencia pasional, no dudó en darle el sí a un avispado guerrillero que nunca creyó en la Siguanaba. La embarazó. La mandaron al refugio de Colomoncagua en Honduras, donde le nació un niño que no era para nada el Cipitillo.
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